Por Anelore Barros
Fotos: Alain Gutiérrez
El reconocimiento le fue entregado por el también trovador Raúl Marchena, uno de los miembros de ese grupo de juglares que conforman el proyecto La Trovuntivitis, quien integró el jurado junto a Víctor Casaus, director del Centro Pablo y María Santucho, coordinadora de la institución. El premio incluye además la realización de un concierto en el espacio A guitarra limpia y un CD contentivo del mismo.
Como cada año Cuerda viva nominó alrededor de una treintena de jóvenes con una propuesta musical atrevida que abarcó disímiles géneros, desde algunos muy conocidos para el público cubano como la trova y el rock, hasta los nuevos ritmos de fusión y la música electroacústica. Cuerda viva se mantiene sobre la línea de promover el arte de los más jóvenes, o lo que algunos han dado en llamar “música alternativa”, entendida como aquel sector que se encuentra o se mantiene al margen de la industria musical.
El poeta y cineasta Víctor Casaus señaló que Cuerda viva “ha sido un expresión viva de esa voluntad justiciera e irreverente, porque ha procurado no abandonar su condición tensa, su energía creativa, y lo ha hecho de una manera tenaz y participativa, afrontando y enfrentando incomprensiones, ignorancias e incapacidades: esa trilogía del espanto anticultural en la que suelen prosperar el mal gusto y la banalidad”.
Yoan Zamora, joven trovador, filólogo y compositor es un ejemplo de lo mucho que se puede hacer cuando el talento se impone. Ganador en el 2008 de la Beca de Creación Sindo Garay, que otorga el Centro Pablo y ya con algunos temas conocidos por el público como “Chica del café” —incluido en la antología de trovadores contemporáneos Raspadura con ajonjolí— y “Aguacero”, ha desarrollado un estilo propio y una manera muy particular de ver y hacer la canción.
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