Por: Magali Zamora
Fotos: Osvaldo Gutiérrez
Imprescindible en el pentagrama musical actual de
la provincia de Ciego de Ávila, el trovador Yoan Zamora asume su profesión con
la vehemencia que proviene del amor por lo que hace y una buena dosis de
perseverancia, presentes en todos sus proyectos.
Las primeras canciones de su autoría nacieron en las
aulas de la Universidad Martha Abreu, en Santa Clara, mientras cursaba la
carrera de Licenciatura en Letras. La guitarra había llegado antes, a los ocho
años de edad, a partir de la que su papá regalara al hermano mayor el día de su
cumpleaños.
“Cuando me acostaba boca arriba en mi cama buscaba
figuras que, por el resplandor de la luz de la sala, se formaban entre el
nailon que cubría la guitarra, ya en desuso, y el chapapote que remendaba el
zinc que nos servía de techo. Un día, sin saber, le pedí a mi padre que
descolgara el amarillo instrumento, y me complació”.
En dos predios universitarios, el acercamiento a
José Martí y a su vasta obra constituyó una fuente inspiradora para el
incipiente creador, quien no vacila en afirmar que de esa fuente proviene, en
parte, el humanismo que sirve de fundamento a sus canciones.
“No siempre fueron concebidas desde la mirada
trovadoresca, sino que inicialmente las componía para una agrupación musical
llamada Séxtasis, con la cual conocí la magia de subir a la escena de un teatro
universitario repleto de estudiantes, y también de exigencias. Allí comenzó
todo en serio”.
Confabulaciones
Una vez graduado, y de regreso a Ciego de Ávila,
Yoan da curso a sus inquietudes artísticas mediante la peña Trovándote, un
proyecto que funda, junto al realizador audiovisual Jorge Luis Neyra, y que
significa el punto de partida para el Encuentro Nacional de Jóvenes Trovadores
que cada año se celebra en la provincia, el mes de marzo, con la presencia de
músicos de todo el país.
“Soy trovador, no porque me lo propuse, sino más
bien por convicción, por querer encontrar un modo de decir que a la gente le
llegara: así, guitarra y poesía se confabularon con mi voz”, dice con la certeza de quien eligió sin
arrepentimientos entre quedarse en la capital del país con la agrupación
Séxtasis, más tarde Warapo, ejercer la profesión de filólogo o el periodismo,
para lo cual cursó un diplomado acreditativo.
Tras quince años de vida artística, el compositor e
intérprete se siente satisfecho con los resultados y con el apoyo de la Asociación Hermanos Saíz y el Centro Pablo
de la Torriente Brau.
“Gracias a la cooperación de esas instituciones
realicé los conciertos en vivo Aguacero y Para que vuelvas, que se convirtieron
en mis principales cartas de presentación”.
Tampoco ha faltado el respaldo de los medios de
difusión, tanto de la radio como de la televisión, para dar a conocer su
trabajo, donde son temas recurrentes los
sentimientos humanos y el amor filial, sin desdeñar lo social.
“Desde entonces hubo un cambio —asegura—, pues
Villena me mostró un camino sincero, sobre todo en la defensa de los
principios: me marcó su calidad humana y literaria, y en especial el altruismo
dedejar a un lado su obra poética por la obra revolucionaria”.
Organizado a la hora de planificar su tiempo y
quehaceres diarios para poder llevar a cabo varios proyectos de forma
simultánea, Yoan siente la canción como una necesidad, de manera tal que hasta
puede llegar a influir en su carácter el hecho de postergar demasiado tiempo
una composición.
Pero, entre todas sus creaciones, hay algunas que
guarda con especial cariño: es el caso de “Orfandad”, dedicada a su hija mayor
que vive en Cienfuegos; y “Constelación”, donde, según explica, descubrió que
en lo sencillo se puede encontrar la mayor grandeza.
Apuesta
fuera de dudas
Amante de la familia y de su tierra avileña, por
las cuales está dispuesto a sacrificar mayores posibilidades de éxito y
promoción, Yoan apuesta por la canción trovadoresca, en medio de la avalancha
de géneros musicales que hoy colma los espacios de difusión.
“No soy de los que critica algún tipo de
manifestación musical ni sus consumidores, porque considero son expresiones
visibles que constituyen solo la punta del iceberg de asuntos que trascienden
la cultura.
“La Casa de la Trova en Ciego de Ávila, con el
respaldo de la Dirección Municipal de Cultura, y hace ya varios meses la Peña
Cuerda Rota, en la Fundación Nicolás Guillén, de Morón, han sido una suerte de
refugio que ha protegido a todos los que amamos la trova en esta provincia”.
Como creador se proyecta por encima de sus
aspiraciones personales para contribuir a otros programas más colectivos y
abarcadores, pues trabaja de manera sostenida desde hace cinco años en un
Proyecto de Preservación del Patrimonio Sonoro de Ciego de Ávila con el apoyo
de la Fundación Guillén, Musicávila y la avileña Biblioteca Pública Roberto
Rivas Fraga.
“A partir de las experiencias de grabación del
primer Encuentro Nacional de Jóvenes Trovadores, me he propuesto lograr que la
memoria, como elemento esencial en la conformación de la identidad, prevalezca
en mi territorio, y que las personas e instituciones entiendan su importancia y
contribuyan a su salvaguardia”.
Igualmente, desde hace varios meses, se desempeña
como vicepresidente primero de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en
Ciego de Ávila, desafío que asume como un compromiso de su generacióncon la
actualización del modelo económico y social del país.
“La vanguardia cultural lleva sobre sí, además de
la creación artística, la responsabilidad de sugerir alternativas que de manera
coherente satisfagan las necesidades e intereses contextuales de nuestro
pueblo.
“El arte permite ampliar horizontes, allanar
diferencias, definir valores, y, como expresión humana, es mucho más que simple
entretenimiento: constituye una vía a través de la cual se manifiestan la
identidad, las tradiciones, la ética y la espiritualidad de nuestra nación”.
Mientras defiende con apasionamiento los
presupuestos estéticos en los que cree, Yoan deja en reposo la guitarra un día
más que otro, tal vez más de lo que quisiera, pero nunca olvidada.
Es una suerte de tregua fecunda, como él califica a
este nuevo período de su vida, donde la creatividad supera la letra y armonía
de una canción para convertirse en defensa de un proyecto social.
Sempiterno soñador, con su guitarra y sombrero,
Yoan Zamora sobrepasa los escenarios y alza su voz, cada vez con más fuerza, a favor
de la defensa y el desarrollo del patrimonio cultural cubano.
Sobresale también en el quehacer de este creador la
musicalización realizada a los poemas de
Rubén Martínez Villena, hecho que lo llevó a profundizar en la vida y obra del
poeta y revolucionario.
“Desde entonces hubo un cambio —asegura—, pues Villena me mostró un camino sincero, sobre todo en la defensa de los principios: me marcó su calidad humana y literaria, y en especial el altruismo dedejar a un lado su obra poética por la obra revolucionaria”.
Organizado a la hora de planificar su tiempo y quehaceres diarios para poder llevar a cabo varios proyectos de forma simultánea, Yoan siente la canción como una necesidad, de manera tal que hasta puede llegar a influir en su carácter el hecho de postergar demasiado tiempo una composición.
Pero, entre todas sus creaciones, hay algunas que guarda con especial cariño: es el caso de “Orfandad”, dedicada a su hija mayor que vive en Cienfuegos; y “Constelación”, donde, según explica, descubrió que en lo sencillo se puede encontrar la mayor grandeza.
Apuesta fuera de dudas
Amante de la familia y de su tierra avileña, por las cuales está dispuesto a sacrificar mayores posibilidades de éxito y promoción, Yoan apuesta por la canción trovadoresca, en medio de la avalancha de géneros musicales que hoy colma los espacios de difusión.
“No soy de los que critica algún tipo de manifestación musical ni sus consumidores, porque considero son expresiones visibles que constituyen solo la punta del iceberg de asuntos que trascienden la cultura.
“La Casa de la Trova en Ciego de Ávila, con el respaldo de la Dirección Municipal de Cultura, y hace ya varios meses la Peña Cuerda Rota, en la Fundación Nicolás Guillén, de Morón, han sido una suerte de refugio que ha protegido a todos los que amamos la trova en esta provincia”.
Como creador se proyecta por encima de sus aspiraciones personales para contribuir a otros programas más colectivos y abarcadores, pues trabaja de manera sostenida desde hace cinco años en un Proyecto de Preservación del Patrimonio Sonoro de Ciego de Ávila con el apoyo de la Fundación Guillén, Musicávila y la avileña Biblioteca Pública Roberto Rivas Fraga.
“A partir de las experiencias de grabación del primer Encuentro Nacional de Jóvenes Trovadores, me he propuesto lograr que la memoria, como elemento esencial en la conformación de la identidad, prevalezca en mi territorio, y que las personas e instituciones entiendan su importancia y contribuyan a su salvaguardia”.
Igualmente, desde hace varios meses, se desempeña como vicepresidente primero de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Ciego de Ávila, desafío que asume como un compromiso de su generacióncon la actualización del modelo económico y social del país.
“La vanguardia cultural lleva sobre sí, además de la creación artística, la responsabilidad de sugerir alternativas que de manera coherente satisfagan las necesidades e intereses contextuales de nuestro pueblo.
“El arte permite ampliar horizontes, allanar diferencias, definir valores, y, como expresión humana, es mucho más que simple entretenimiento: constituye una vía a través de la cual se manifiestan la identidad, las tradiciones, la ética y la espiritualidad de nuestra nación”.
Mientras defiende con apasionamiento los presupuestos estéticos en los que cree, Yoan deja en reposo la guitarra un día más que otro, tal vez más de lo que quisiera, pero nunca olvidada.
Es una suerte de tregua fecunda, como él califica a este nuevo período de su vida, donde la creatividad supera la letra y armonía de una canción para convertirse en defensa de un proyecto social.
Sempiterno soñador, con su guitarra y sombrero, Yoan Zamora sobrepasa los escenarios y alza su voz, cada vez con más fuerza, a favor de la defensa y el desarrollo del patrimonio cultural cubano.
Organizado a la hora de planificar su tiempo y quehaceres diarios para poder llevar a cabo varios proyectos de forma simultánea, Yoan siente la canción como una necesidad, de manera tal que hasta puede llegar a influir en su carácter el hecho de postergar demasiado tiempo una composición.
Pero, entre todas sus creaciones, hay algunas que guarda con especial cariño: es el caso de “Orfandad”, dedicada a su hija mayor que vive en Cienfuegos; y “Constelación”, donde, según explica, descubrió que en lo sencillo se puede encontrar la mayor grandeza.
Apuesta fuera de dudas
Amante de la familia y de su tierra avileña, por las cuales está dispuesto a sacrificar mayores posibilidades de éxito y promoción, Yoan apuesta por la canción trovadoresca, en medio de la avalancha de géneros musicales que hoy colma los espacios de difusión.
“No soy de los que critica algún tipo de manifestación musical ni sus consumidores, porque considero son expresiones visibles que constituyen solo la punta del iceberg de asuntos que trascienden la cultura.
“La Casa de la Trova en Ciego de Ávila, con el respaldo de la Dirección Municipal de Cultura, y hace ya varios meses la Peña Cuerda Rota, en la Fundación Nicolás Guillén, de Morón, han sido una suerte de refugio que ha protegido a todos los que amamos la trova en esta provincia”.
Como creador se proyecta por encima de sus aspiraciones personales para contribuir a otros programas más colectivos y abarcadores, pues trabaja de manera sostenida desde hace cinco años en un Proyecto de Preservación del Patrimonio Sonoro de Ciego de Ávila con el apoyo de la Fundación Guillén, Musicávila y la avileña Biblioteca Pública Roberto Rivas Fraga.
“A partir de las experiencias de grabación del primer Encuentro Nacional de Jóvenes Trovadores, me he propuesto lograr que la memoria, como elemento esencial en la conformación de la identidad, prevalezca en mi territorio, y que las personas e instituciones entiendan su importancia y contribuyan a su salvaguardia”.
Igualmente, desde hace varios meses, se desempeña como vicepresidente primero de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Ciego de Ávila, desafío que asume como un compromiso de su generacióncon la actualización del modelo económico y social del país.
“La vanguardia cultural lleva sobre sí, además de la creación artística, la responsabilidad de sugerir alternativas que de manera coherente satisfagan las necesidades e intereses contextuales de nuestro pueblo.
“El arte permite ampliar horizontes, allanar diferencias, definir valores, y, como expresión humana, es mucho más que simple entretenimiento: constituye una vía a través de la cual se manifiestan la identidad, las tradiciones, la ética y la espiritualidad de nuestra nación”.
Mientras defiende con apasionamiento los presupuestos estéticos en los que cree, Yoan deja en reposo la guitarra un día más que otro, tal vez más de lo que quisiera, pero nunca olvidada.
Es una suerte de tregua fecunda, como él califica a este nuevo período de su vida, donde la creatividad supera la letra y armonía de una canción para convertirse en defensa de un proyecto social.
Sempiterno soñador, con su guitarra y sombrero, Yoan Zamora sobrepasa los escenarios y alza su voz, cada vez con más fuerza, a favor de la defensa y el desarrollo del patrimonio cultural cubano.
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